Con la llegada del mes diciembre todos adquirimos plena conciencia de que se precipita el fin de año. Pero antes de terminar “el día del voluntariado” nos invita a reflexionar y caer en la cuenta de nuestro ser social con todas sus consecuencias. Así, cada vez que ocurre una catástrofe, más personas nos sentimos implicados en contribuir a su solución; más sentimos ganas de echar a correr, si no fuera por la distancia, para contribuir con nuestro esfuerzo a una ayuda de emergencia; no dudamos en cooperar, en la medida de nuestras posibilidades, en la adquisición de equipos o medios que contribuyan a paliar situaciones graves en cualquier rincón del mundo… o nos afecta cada vez más enterarnos de que seres desvalidos sufren las consecuencias de la desaprensión o el egoísmo. Llamamos VOLUNTARIADO SOCIAL al que se realiza junto a otras personas en beneficio de un grupo que, por tener algún tipo de discapacidad o necesidad, estaría condenado, – de no darse esta intervención -, a ser exclui